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domingo, 5 de noviembre de 2017

La hipnosis funciona, pero no como te piensas


Criticada por muchos, malentendida por casi todos, reverenciada por algunos y entendida por unos pocos, así es la hipnosis. Los mitos se amalgaman en torno a ella, dándole un pedigrí de misterio muy apropiado para estas fechas. ¿Qué hay detrás de ella? ¿Acaso no era una pseudociencia? Si funciona, ¿se puede hacer lo que te dé la gana con ella? Y si es así, ¿por qué no se usa más a menudo? Hoy os contamos lo que saben los científicos al respecto.

¿Qué es en realidad la hipnosis?

La hipnosis es confundida muchas veces con un estado de inconsciencia, de sueño o, incluso, de coma. Y nada más lejos de la realidad. Actualmente existen decenas de mitos asociados con este "fenómeno" psicológico que es, además, empleado con fines terapéuticos cuando se puede. Hipertextual ha hablado con Txema Campillo, divulgador científico con años en lucha contras las pseudociencias. Su profunda afición por el hipnotismo, junto a su afinada visión científica, nos ayudará a comprender mejor qué se esconde tras la hipnosis.

"Existen un montón de definiciones de hipnosis, pero yo me quedo con la definición que usa Jeff Toussaint que dice que la hipnosis es un estado ampliado de comunicación", nos cuenta Txema. En realidad, las personas hipnotizadas no están inconscientes, sino todo lo contrario. Si lo estuvieran, no podrían comunicarse. "Muchas veces hay gente a la que hipnotizas y sale del estado porque están esperando quedarse inconscientes, y no. Tú te enteras de todo lo que está pasando a tu alrededor". Por otro lado, Juan Dharma, doctor en filosofía y máster multidisciplinar en Psicología, además de investigador en aplicaciones terapéuticas de la hipnosis, nos da otro punto de vista.

"La gran mayoría de estudios hasta hace poco se amparaban en un paradigma antiguo en el que se define la hipnosis como un estado de consciencia alterado", explica Juan. "En ese estado, se supone que la persona se encuentra más susceptible a lo que se conoce como las sugestiones del hipnotizador." Pero a día de hoy, esta conceptualización, afirma el experto, está siendo desplazada para entender mejor la hipnosis a través de las pruebas que tenemos y tras haber superado multitud de prejuicios sobre cómo funciona el cerebro.

"Hoy en día no parece que las pruebas neurológicas verifiquen la teoría del estado. No parece, científicamente hablando, que sea muy provechoso parcelar la mente y reducirlo a puros estados. Sin ir a las definiciones más radicales, a mi me gusta definir la hipnosis como una experiencia. Así cambiamos el énfasis de un estado a un proceso". Esta idea es más fenomenológica, más cercana a nuestra realidad continua que a la visión clásica reduccionista que, aunque parece más fácil de comprender, es menos realista.

Se parece a un juego de roles

Cada día jugamos a un juego de roles donde nosotros nos ponemos en un papel. Por ejemplo, nos "jugamos" a ser trabajadores, o jefes; padres e hijos; ciudadanos y policías... esta imposición cultural es un constructo social útil y necesario para vivir en la manera que vivimos. Y también afecta a la hipnosis. "Hay grupos de investigación que dicen que la hipnosis es en realidad un juego de roles donde una persona se instituye en el papel de hipnotizador y otra en el de hipnotizado". Como decíamos, esto no significa que estén fingiendo, al igual que un trabajador y un policía o un padre no finge su rol.

De esta manera, los hipnotizados estarían precondicionados por la experiencia. Esto es especialmente útil en los espectáculos de hipnosis o en las sesiones terapéuticas, donde el hipnotizado adquiere una posición en la que confía en una autoridad: el terapeuta. La hipnosis validaría las expectativas del rol de hipnotizado, lo que explicaría las sensaciones que el cuerpo siente.

Pero si es un juego de roles, ¿por qué se experimentan sensaciones tan vívidas? No es algo tan extraño. Solo hay que pensar en las sugestiones masivas o en las vivencias chamánicas o los trances provocados en congregaciones religiosas. "Un trance es esa sensación de estar con la atención completamente concentrada en una idea, como ocurriría con un corredor que está llegando a la meta, por ejemplo. Todo esto, al final, se puede explicar a partir de los fenómenos ideomotores", afirma el hipnotizador.

Este apartado ideomotor es uno de los principales componentes del puzle que conforma la hipnosis. "Nuestro cerebro es capaz de representar ciertas cosas, y es bastante común". Momentos antes, Juan nos hacía una demostración con el ejemplo de un limón. Poniendo énfasis en la manera de describir la experiencia, usando ciertas palabras y guiando nuestra concentración hacia dicho limón ha conseguido una manifestación ideomotora: la salivación. De hecho, no es nada difícil observar los resultados, solo necesitamos pensar en morder un limón, en su tacto y su color, para producir una reacción fisiológica.

Los hipnotizados no pierden la voluntad

Los fenómenos ideodinámicos, como comentaba Juan, son la manifestación y también el conductor de los fenómenos hipnóticos. Por ejemplo, si Juan intentara que no moviéramos el brazo, creando la idea de que es una viga de hierro, ¿qué ocurriría? La voz al teléfono lo intenta. "La persona puede llegar a sentir, por el fenómeno ideomotor, que no puede mover el brazo, y es como un círculo en el que se retroalimenta concentrándose en esa sensación, reciclándola. Así conseguimos que la persona experimente no poder mover el brazo".

Pero esto no quiere decir que los hipnotizadores tengan el control sobre los hipnotizados. "Si yo, entonces, tratara de clavar un cuchillo en el brazo a esta persona, inmediatamente desaparecería la disociación, interrumpiendo su atención del proceso, de la experiencia, porque en ese momento es más importante salvaguardar la integridad física". Con esta frase, Juan nos explica que los hipnotizados no pierden en ningún momento su voluntad ni su contacto con la realidad.

"Una persona en hipnosis no pierde la voluntad", explica Txema Campillo, "nunca podrá hacer algo que no quiere hacer". Esto no quiere decir que alguien que, conscientemente, no quiere imitar a un animal vaya a salirse de la experiencia hipnótica. Porque al fin y al cabo es algo muy parecido a ver una película de terror: disfrutamos pasando miedo porque en todo momento nos sentimos seguros. Hacer "el ridículo" enfrente de cientos de espectadores es algo que no nos pone en peligro. "Un ejemplo muy bueno es hacer el perro o la gallina. En su cerebro no es nada malo, así que lo hacen aunque no lo harían de forma normal", continúa.

"Si le pides a una persona que se desnude, inmediatamente se va a despertar y, probablemente, te lleves un guantazo", explica Txema. Pero claro, el límite varía según las personas. "Que yo sepa no se conocen casos en los que un hipnotizador tuviera que parar a una persona porque se estaba desnudando en público", nos cuenta Juan Dharma. "La inhibición es tan fuerte que lo tenemos como un constructo social muy aceptado. También juega un papel importante el código ético".

"Se conoce el caso de una persona que salió en un show de hipnosis y le pidieron que se imaginara una playa y comenzara a bailar, que es un ejercicio de calentamiento. Esta persona, que estaba participando tranquilamente de repente paró y se negó a seguir. Preguntando después, resultó que en sus creencias, o su religión, solo se puede bailar en momentos concretos y sagrados, con cierto sentido, y bailar fuera de ese contexto era una ofensa", confirma el doctor en filosofía.

"La disociación, vista desde fuera, nos lleva a los malentendidos de la hipnosis. ¿Puedes forzar a que una persona haga algo en contra de su voluntad? No, porque esa persona se ha prestado al contrato o contexto 'hipnosis'. Si hay un problema en el que la integridad física o ética de la persona se ve comprometida, la persona dejaría de 'alucinar' la experiencia hipnótica, lo cual no invalida lo que estaba viviendo".

Tampoco se puede hacer olvidar

Otro de los mitos más extendidos, aparte de hacer que una persona actúe en contra de su voluntad, es convertir a un ser humano en un autómata que no recuerda lo que ha pasado. Pero no se pueden hacer olvidar los recuerdos. "No solo no se puede, sino que no es deseable. El recuerdo de experiencias traumáticas es útil, porque nos hace evitar el peligro". Pero, insistimos, la hipnosis no permite bloquear recuerdos ni provocar una amnesia persistente.

De hecho, los hipnotizados recuerdan perfectamente todo lo que ha pasado. "La mayoría de la gente se suele acordar de todo lo que ha pasado durante la hipnosis", nos comenta Txema, hablando de sus experiencias como hipnotizador. "Solo me ha pasado con dos personas que no se acordaban de nada al salir del 'trance'. Es lo que a mi me gusta llamar supersujetos, que son muy susceptibles a la hipnosis". Pero esto se limita a la experiencia hipnótica inmediata. Y no a largo plazo.

"Existen unos pocos casos reales de terapeutas que han empleado la hipnosis para abusar de sus pacientes". Esto podría ocurrir dentro del contexto que describíamos si el nivel de confianza terapeuta-paciente fuese muy alto, confirma Txema. "Por supuesto, estos pacientes lo recuerdan todo y estos terapeutas están en la cárcel. Si se pudieran borrar recuerdos, esta gente no habría sido detenida". La disociación memorística, igual que ocurre con el fenómeno ideomotor, es una "alucinación" que ocurre solo durante un tiempo corto.

Se puede usar la hipnosis como terapia

Esto no quiere decir que no se pueda usar la hipnosis de forma terapéutica. "Provocar a alguien para que sufra de una amnesia definitiva permanente, desde luego, es imposible", confirma Juan Dharma, "Es cierto que hay una manera de trabajar el recuerdo para romper su vinculación emocional fuerte y, sobre todo, para que este recuerdo no le condicione. Pero esto no significa olvidar".

También se puede usar la hipnosis para tratar el dolor, por ejemplo. "La hipnosis es fundamentalmente atención; y se ha demostrado que ayuda a tratarlo porque hay un gran componente de estrés en el dolor". Efectivamente, el dolor puede mitigarse enormemente con atenciones, distracciones y componentes lúdicos, entre otras cosas. Es un hecho contrastado en numerosas ocasiones por la ciencia. "Con la hipnosis, a través de las terapias de control de dolor, no vamos a curar la lesión. Eso ha de hacerlo un médico. Lo que hacemos es desviar la atención lejos del dolor", explica Juan. "La atención es como una lupa, magnifica las sensaciones, por ejemplo".

Por descontado, la hipnosis no es una especie de terapia panacea. No sirve para todo ni es todopoderosa. Como explicábamos, tiene una serie de limitaciones asociadas a las características mentales de cada persona. Sin embargo, con la técnica adecuada y llevada a cabo por un experto, puede resultar muy poderosa a la hora de tratar dolencias, ansiedad y estrés, entre otros.

Otro de los grandes mitos habla de los efectos secundarios de la hipnosis pero, hasta la fecha, no se conoce ningún efecto secundario ni ningún mal asociado a la hipnosis. Es imposible quedarse "bloqueado" en estado hipnótico o que ocurra un problema mental reseñable. Al fin y al cabo, el quid principal de la hipnosis es la atención. Y esta se puede redirigir sin ningún perjuicio.

No todo el mundo es hipnotizable

Efectivamente, esto no es un mito. Todavía no sabemos muy bien por qué. Probablemente exista una relación con nuestro conectoma, es decir, las conexiones neuronales en nuestro cerebro y su conformación. Pero lo cierto es que todavía no tenemos claro por qué algunas personas son hipnotizables y otras no. "Se supone que hay un 10% de personas que no son hipnotizables en absoluto, a parte de la gente que por su fisiología no puede ser hipnotizada", nos explica Txema. "La gente con problemas de esquizofrenia o problemas neurológicos no pueden ser hipnotizados normalmente".

Juan, a su vez, nos explica que aunque hay divergencias teóricas en qué ocurre cuando alguien es hipnotizado, prácticamente todo el mundo puede experimentar la hipnosis si quiere. No se puede forzar u obligar a alguien a experimentar la hipnosis, como intentan algunos hipnotizadores de espectáculo según un esquema clásico, que es de donde proviene esta idea de que no todo el mundo es hipnotizable. "Lo que sí podemos decir es que no todo el mundo puede ser hipnotizado en cualquier momento, por cualquier persona y con cualquier técnica", afirma. "Es fundamental que el hipnotizador consiga que el hipnotizado quiera experimentarlo. También sabemos que algunos de los problemas asociados a enfermedades mentales o de índole neurológica son una barrera que impiden la hipnosis. Por otro lado, otras personas son fácilmente sugestionables. Especialmente cuando han asistido a varios espectáculos de hipnosis, por ejemplo.

"Desde mi punto vista, existe un efecto de exposición pública de 'soy diferente, puedo ser hipnotizado y los demás no pueden'. También depende de las expectativas, ya que esperas que se produzca en ti cierta respuesta que crees involuntaria. Pero en realidad estás validando el fenómeno". Este proceso es el que ocurre en estas personas predispuestas a ser hipnotizadas. ¿Y cómo se hipnotiza a una persona?

El momento WTF

Para hipnotizar existe una serie de técnicas y una fenomenología asociada que sirven para guiar la atención del hipnotizado. "Usamos una serie de palabras, tonos, hacemos hincapié en algunas partes de la comunicación", explica Juan al preguntarle por este tema. "Hay varios procesos que pueden servir. Algunas personas sólo con la imaginación pueden experimentar la hipnosis", nos comenta Txema. "El hipnotizador no tiene superpoderes. Cualquiera puede aprender las técnicas. Ya que se le dé mejor o peor es cosa de cada uno".

Otro método para generar el momento propio de la hipnosis es lo que se conoce como "ruptura de patrón" o, como nos cuenta Txema Campillo, el "momento WTF". "Uno de los gestos más típicos consiste en que te van a dar la mano y, de pronto te la levantan y tu te quedas desconcertado, pensando 'qué está pasando aquí'. Nosotros inconscientemente tenemos unas rutinas muy asentadas, manejadas por el inconsciente. Cuando algo se sale de esa acción, el cerebro interrumpe la línea de pensamiento y se va a lo primero que pueda agarrarse que tenga sentido. Y eso suele un hipnotizador diciendo 'mira fijamente a la palma de tu mano y duérmete'".

Juan Dharma nos explica un poco más sobre este mecanismo. "A nivel cerebral seguramente lo que está ocurriendo es una activación de la amígdala [que se encarga de los procesos instintivos y de las emociones]. Lo que pasa es que interrumpe momentáneamente la actividad del córtex prefrontal, encargado de las decisiones conscientes, activando una reacción ante la sorpresa". En palabras del hipnotizador, esto pone a nuestro cuerpo en alerta para salir de un contexto social luchando o evadiendo el conflicto.

"La huida, socialmente hablando, es la risa. Por eso los chistes nos hacen gracia. En el handshake, que es como se conoce, interrumpes a la persona en mitad de un proceso muy conocido y se queda completamente desorientada. En ese momento de shock lo más probable es que haga caso a la orden del hipnotizador. Un patrón conocido. Ahora, también te puedes encontrar con una persona que tenga una respuesta de ataque y en vez de quedarse en shock, sin querer verdaderamente, te suelte una bofetada.

Existen también otras técnicas como la "sobrecarga" para llevar al hipnotizado a esa experiencia especial. Una experiencia, que, como vemos, no es sencilla ni fácil de definir. Pero sí que resulta útil. Pero para usarla, lo primero, es despojarla de esos mitos y falsas ideas que la desprestigian. A día de hoy todavía se duda en algunos círculos de que la hipnosis sea un fenómeno real. Pero lo es tanto como nuestra capacidad de focalizar nuestra atención en lo que queremos.

(FUENTE: hipertextual.com)

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